recuerdos

Todo lo aquí expuesto, son los recuerdos vistos con ojos de la infancia. Las imágenes son solo ilustrativas, salvo las que lleven algún tipo de especificación. Deseo que este blog, sirva para evocar también vuestros recuerdos... si así fuera, dejen su comentario y compartámoslo. Gracias.

Apuntes 13


Hoy, la melancolía golpea fuerte mi puerta. Decidí no abrirle, no dejarla pasar y en su lugar, invité al pasado. Le permití instalarse por un rato aquí mismo, en la cocina. Miro la vieja mesa y me detengo, en esos garabatos de la madera, que el capricho de mi invitado dejó allí, como huellas de sus hermanos, los recuerdos. Se preguntarán, por qué tanta metáfora, les respondo: porque cuando en la garganta se nos forma un nudo, y un puño el corazón "aprieta", solo queda enfrentarlos, hacerse su amigo.
Estaba leyendo, un cuaderno de la abuela cuya tapa reconocí al instante de verlo, y fue entonces cuando el aire se impregnó de bullicio y aroma a eucalipto.

Había viento, como siempre en los comienzos del otoño, la abuela escribía y escribía, sobre esta misma mesa, y yo insistía e insistía, que me llevara a remontar mi barrilete.
Mi padre me lo había hecho, era una enorme estrella de papel de seda, azul y amarilla, con muchos flecos y una cola de trapos blancos.
Pero la abuela debía hacer sus anotaciones primero.
Marzo, era el mes del laurel, para lo que había que recolectar el fruto. También semillas, bulbos raíces y cortezas. Yo la ayudaba, cuando iba de visita, pues ya había comenzado la escuela. La rutina era otra, y extrañaba levantarme al amanecer para las tareas del huerto, ahora era diferente, pues todo debía hacerse al mediodía, pues debíamos esperar que el rocío se evaporara de las plantas.
Así que después de que la abuela hubo terminado de escribir, me entregó el cuaderno y me pidió que hiciera esas tareas...
Leí con sorpresa, pues rara vez, yo tocaba esos cuadernos...
"Borraja. Recolección de Semillas. Cortar las flores secas desde el tallo y atarlas en un manojo. Colgarlas en el secadero metidas en una bolsa de papel”... y la lista seguía.
Entonces la abuela me dijo: "entiendes, porque tengo que hacer todo esto, ahora no podemos ir a remontar el barrilete, las plantas no pueden esperar". Entonces, comencé a rayar la mesa con un clavo, y creo que lloré ese día.
Ahora miro la mesa, cuento las rayas que le hice a la madera, y quisiera tener allí a la abuela, escribiendo...
Esa tarde, no importaron la borraja, ni las azucenas, y tuvieron que esperar los frutos del laurel...
Fuimos a remontar el barrilete.
Tenía 7 años de edad, y en realidad lo que más quería era caminar con ella, atravesar los caminos bordeados de espinillos, los cultivos de lavanda, hasta las cercanías al monte de eucaliptos, allí había un claro, con el pasto bajo y tierno, el espacio de la manzanilla, le llamábamos.

La abuela se llevó un banquito y su tejido, una nueva bufanda para el abuelo.
Busqué el mejor lugar, coloqué con cuidado el barrilete en el suelo... estiré el cordón, conté hasta tres, y me lancé a toda la velocidad, como las piernas me permitieron. Corrí, buscando una ráfaga de viento, pronto el barrilete se elevó muy alto. Estaba feliz, la abuela sonreía y me llamaba, me senté junto a ella, y comenzamos la rutina. Tenía en sus manos varias hojas arrancadas bajo mis protestas, de su cuaderno viejo, convertidas en cartas para quienes habitaran el cielo, fuimos pinchándolas al tenso hilo, una a una, y las veíamos subir rápidamente hasta unirse a la estrella color azul y amarillo. Así pasaba uno de los momentos más hermosos de mi infancia. Hasta que de pronto, el barrilete viró a la derecha, se elevó locamente, se puso de cabeza, y cayó. Corrimos impotentes, mientras el hilo se cortaba y el barrilete, caía obstinadamente hasta dar contra una la copa de un árbol. Pero esa es otra historia.

1 comentario:

  1. Hola Clara, como estas? te echo de menos a ti y a tus relatos.
    Un beso

    ResponderEliminar